“Un corazón que late por la gloria de Dios y un corazón de misericordia por las naciones engendran a un misionero a la imagen del carácter mismo de Cristo” John Piper
Nuestra pasión por Dios debe ser tal que arda nuestro interior y se exprese en nuestro entorno. Si decimos amar a Dios, debemos “andar como Él anduvo”. Jesús anduvo entre los desechados y menospreciados… Jesús anduvo entre la gente, amando, sanando, llevando un mensaje de esperanza, de Salvación.
Yo quiero asumir ese reto, quiero andar sencillamente entre los que nunca han oído del Señor Jesús.
Un corazón misionero entiende el tiempo, entiende el sentido de urgencia. Al corazón misionero le quema portar una verdad callada, una verdad universal, una verdad eterna.
El corazón misionero entiende la unidad y el servicio.
El corazón misionero abraza la Palabra de Dios y es un hacedor.
El corazón misionero es un agente de reconciliación, ama lo que Dios ama.
El corazón misionero adora a Dios y busca que todos los pueblos lo hagan.
“Desde que Juan el bautista comenzó a predicar hasta ahora, el Reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Solo la gente valiente y decidida logran formar parte de él”. (Mateo 11:12 TLA)
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