LA IMPORTANCIA DE LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA EN LA PREPARACIÓN MISIONERA

Van Groningen afirma que:

Dios creó al hombre como un «ser múltiple» para reflejar Su imagen y semejanza. Es decir, creó al hombre para vivir en comunidad con su prójimo para que esta convivencia reflejara tanto la multiplicidad de personas dentro de la divinidad como la convivencia entre ellas.

Después de la caída del hombre (Génesis 3), la creación quedó en un estado de depravación. Berkhof presenta una serie de consecuencias que la caída provocó: (1) la corrupción del hombre, (2) la pérdida de comunión con Dios, (3) la conciencia corrompida, (4) la muerte espiritual y física, y (5) el cambio de entorno.

La convivencia genera cultura y esta cultura es el conjunto de la idiosincrasia de un pueblo, es decir, la idea que cada individuo crea en relación a algo, y varía dependiendo del lugar, el tiempo y la condición social, entre otros factores. Entonces, se puede decir que la cultura no es mala, ya que fue un plan de Dios, pero debido a la caída, parte de ella está manchada por el pecado, por lo que es importante que el misionero haga un análisis de la cultura.

El análisis de la cultura debe formar parte de la estrategia misionera, ya que deja claro lo que debe ser cambiado y también resalta las cualidades de la cultura que pueden permanecer e incluso aprovecharse. Pero lo más importante es que en ella el Evangelio permanezca de forma clara y sin sombras de dudas.

El Pacto de Lausanne, en el artículo 10, afirma lo siguiente:

El desarrollo de estrategias para la evangelización mundial requiere metodologías nuevas y creativas. Con la bendición de Dios, el resultado será el surgimiento de iglesias profundamente arraigadas en Cristo y estrechamente relacionadas con la cultura local. La cultura siempre debe ser juzgada y probada por las Escrituras. Debido a que el hombre es criatura de Dios, parte de su cultura es rica en belleza y bondad; pero debido a la caída, toda su cultura está manchada por el pecado, y parte de ella es demoníaca. El evangelio no presupone la superioridad de una cultura sobre otra, pero evalúa todas según su propio criterio de verdad y justicia, e insiste en la aceptación de valores morales absolutos en todas las culturas. A menudo, las misiones han exportado, junto con el evangelio, una cultura ajena, y las iglesias a veces han quedado subyugadas a los dictados de una cultura específica en lugar de a las Escrituras. Los evangelistas de Cristo deben buscar humildemente vaciarse de todo, excepto de su autenticidad personal, para convertirse en siervos de los demás, y las iglesias deben procurar transformar y enriquecer la cultura; todo para la gloria de Dios.

Para que el evangelio pueda ser relevante para un individuo y, en consecuencia, para todo un pueblo, debe: en primer lugar, ser una decisión divina, a través del Espíritu Santo, y, en segundo lugar, debe ser presentado de manera que haga sentido en la realidad de esa cultura, es decir, en un lenguaje contextualizado. Aquí, el misionero debe comprender que el evangelio no se rige por su propia percepción cultural, ya que ninguna cultura está por encima de otra, sino por la Palabra de Dios. Es en este factor donde la Antropología también es imprescindible, ya que es la ciencia que estudia el comportamiento del individuo y su cultura, proporcionando las herramientas adecuadas para una excelente contextualización del misionero y del evangelio.

Referencias:

BERKHOF, Louis; Teología Sistemática. São Paulo: Luz para o Caminho, 1998. 588p.

VAN GRONINGEN, Gerhard; Revelación Mesiánica en el Antiguo Testamento. Campinas: Luz Para o Caminho, 1995, p. 97